Los pseudodiagnósticos de Cuarto Milenio.

No veo el programa Cuarto Milenio de Iker Jiménez, nunca lo he visto, por lo que mi capacidad de crítica hacia el mismo debería estar limitada por lo poco que lo conozco. Sin embargo sus contenidos me son familiares; abarcan todo el espectro de lo oculto, lo paranormal, conspiraciones varias, etc; lo cual explica el motivo de mi desafección. Creo que las pseudociencias sirven para mucho, como dice Goldacre para explicar la ciencia por contraste, y explorar los mecanismos cerebrales de nuestra credulidad. Pero reconozco que me da una pereza terrible escuchar a los charlatanes, y si tengo tiempo libre lo empleo en otras cosas.

El problema con “los profesionales”  de la parapsicología, y de este programa en particular, no es que den veracidad a historias tan increíbles cómo; las caras de Bélmez, el pueblo maldito de Ochate, el cosmonauta fantasma, y fantasías varias; al fin y al cabo cada uno es libre de creer en lo que desee y dejar que le timen si así lo decide. El verdadero problema es cuando un programa invita a científicos reconocidos para dar un aire de credibilidad al programa, el mismo Íker Jiménez dice que tiene como referente nada más y nada menos que a Carl Sagan, y los mezcla con tarotistas y videntes varios, lo que pone las opiniones de ambos grupos al mismo nivel. Sería un poco como la homeopatía, el estar en una farmacia junto a medicamentos de verdad le da un aire de cientificidad, aunque lo que componen esas pastillas homeopáticas no sea más que agua y azúcar. Esta mezcolanza de voces tan dispares es especialmente peligrosa, por la importancia que da a la opinión de vendedores de humo,  cuando de lo que se habla son de cosas serias. Cosas serias como el SIDA, que según afirma algunos de los invitados de Cuarto Milenio del medio Discovey Dsalud, publicación que escribe contra la vacunación, es una enfermedad que no existe y es una conspiración de las farmacéuticas. Este argumento es tan peligroso que ya hay un antecedente en un siniestro personaje de nombre Mathias Rath, el cual convenció a las autoridades de Sudáfrica de lo mismo, lo que provocó que en ese país se retirara el apoyo económico a la compra de antirretrovirales, siendo sustituidos por las vitaminas que producía el propio doctor Rath, hecho que costó la vida a cientos de miles de personas.

El último tema serio que ha tratado Cuarto Milenio  es la matanza de Connecticut. Obviando otras cuestiones que se trataron sobre esto y que no me interesan ahora, se volvió a plantear  como causa explicativa de dicha masacre los problemas del menor, debidos en gran parte a que supuestamente tenía Síndrome de Asperger, alimentando con ello nuevamente los mitos con respecto a los Trastornos del Espectro Autista.

Sobre esta supuesta vinculación ya opiné en este blog, y son varios los comunicados que al respecto ha realizado las asociaciones y profesionales de reconocido prestigio en este ámbito.

Esta visión del programa fue dada por un psiquiatra forense llamado José Cabrera, el cual representa a la parte científica del programa, y que ya ha levantado polémicas por su punto de vista de que la delincuencia se hereda genéticamente o se puede ver en los rasgos faciales. Este doctor no debe, además, estar muy reciclado en el tema de los TEA, ya que mezclaba cosas distintas tales cómo; comparar el autismo a un trastorno de la personalidad, lo que es del todo incorrecto, ya que aunque en ocasiones se requiere un diagnóstico diferencial, ambos cuadros son distintos, el síndrome de Asperger no es un trastorno de la personalidad sino del desarrollo; decir que las personas con Asperger viven en su mundo, cuando lo que tienen principalmente es un problema de comprensión de las relaciones sociales por déficit en lo que se denomina teoría de la mente, y carencia de recursos planificadores en todos los ámbitos, incluido en lo social, por dificultades en la función ejecutiva.

El doctor Cabrera tendría que conocer los riesgos de diagnosticar con poca base, pero no es la primera vez que lo hace, ya en otro programa, el de un caso de  atropello en unas vías de tren, que se revistió de elementos paranormales,  planteó por solamente una foto de la persona atropellada, un supuesto “retraso mental congénito” de la misma. Yo no soy un profesional del diagnóstico, sino de la intervención educativa, pero conozco, y el Doctor Cabrera debiera conocer, los elementos que hay que tener en cuenta a la hora de evaluar y diagnosticar lo que él denomina retraso mental; en primer lugar, como estable la undécima edición de la Asociación Americana de Discapacidades Intelectuales y del Desarrollo, entidad de referencia en este tema, estaríamos hablando de discapacidad intelectual, no de retraso, ya que el primer término hace mención a un estado de funcionamiento vinculado a un contexto, y el segundo se centraría en un rasgo definitorio y absoluto del individuo, lo cual contrasta con la nueva visión de la discapacidad emanada de la Clasificación Internacional de Funcionamiento de la OMS; en segundo lugar, la forma de las orejas o de las cejas pondrán dar pistas al señor Cabrera para pensar en una discapacidad de etiología sindrómica, pero es del todo insuficiente, porque tal y como indicaba arriba, un diagnóstico de este tipo no es algo sencillo, y además de pruebas médicas que confirmen un determinado Síndrome,  la evaluación requiere de pruebas de funcionamiento intelectual, y también de conducta adaptativa, y situar todo ello en un contexto como el cultural y el grupo de iguales.

Todas estas cosas que no son tenidas en cuenta por el doctor Cabrera, por Iker Jiménez y su programa, forman parte de una manera de comunicar poco rigurosa basada en la simplificación, el rumor, y titulares sensacionalistas, cuyo objetivo es como siempre ganar audiencia, la cual, a falta de otra visión crítica y más sólida de la realidad, se creerá estas versiones creando estereotipos, los cuales en el caso del autismo, afectan mucho a la inclusión social y calidad de vida de estas personas y la de sus familias.